Convivencia, fiesta y espacios políticos en el barrio de Lavapiés

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Cuando hablamos de convivencia podríamos referirnos a muchos ámbitos. Es evidente que en este barrio hay bastantes problemas de convivencia. Ejemplos de esto podrían ser el acoso que muchas mujeres soportan día a día al pasar por determinada esquina o plaza, los problemas que genera la droga o la misma policía. Estos son asuntos importantes para nosotrxs y pensamos que ya hay gente que los trabaja o al menos se fijan en ello como algo importante, por eso no es algo en lo que nos centremos directamente en este debate.
Nosotrxs queremos tratar el asunto de la convivencia en torno a las relaciones y actitudes que generamos en los espacios que utilizamos para la fiesta. Creemos que todxs lxs que estamos aquí somos partícipes de este problema. Todxs paramos en las plazas los fines de semana, vamos a las distintas fiestas o conciertos que tienen lugar en los espacios políticos o no tan políticos del barrio y consideramos que es muy fácil que en estos ambientes de distensión nos dejemos llevar y no nos paremos a reflexionar qué clase de relaciones estamos creando cuando nos importa más nuestra noche de diversión o tomarnos cuatro cervezas y creernos Camarón vociferando en la plaza al ritmo de las palmas de nuestros colegas.
Al hilo de esta situación que hemos descrito, nos resulta muy fácil imaginar a un vecino de, por ejemplo, la plaza de Agustín Lara, que harto de no poder descansar a las tres de la madrugada entre tanto griterío, lanza lejía o tuercas por la ventana, o lo que es peor, coge el teléfono y llama a la policía. Consideramos que es comprensible, que este vecino llegue a esta situación y más aún si tras su llamada la policía desaloja la plaza y por fin puede descansar.
Nos gustaría incidir en este punto porque no solo estamos generando unas relaciones nefastas entre nosotrxs y con el barrio, estamos vendiendo humo a lxs vecinxs pues hablamos constantemente de la posibilidad de autogestionar nuestro barrio, de crear lazos de solidaridad, les pedimos que se acerquen a nuestras asambleas y proyectos para que tomen las riendas de sus vidas, etc, pero a la vez, pasamos por encima de ellxs en cuanto cae la noche y no les dejamos mucha más opción que llamar a la policía cuando posiblemente después de haber gritado a la muchedumbre desde su ventana no ha conseguido nada. Con esto queremos expresar nuestra preocupación pues con estos actos estamos legitimando la labor o actuación de la policía en este barrio. Es decir, si aspiramos a que la gente pueda resolver los problemas por sí mismxs y nosotrxs somos la parte activa que genera un problema sin aportar ningún tipo de solución, resulta obvio que la gente acuda a los mecanismos de delegación para resolverlos. Es fácil, la policía-estado gana y nosotrxs perdemos.
Respecto a la convivencia, creemos que con esto habríamos centrado el debate, nos gustaría que lo hablásemos y, si es posible, que pudiera apuntarse a la creación de herramientas colectivas para que esto no ocurra. Muchxs nos hemos cansado de ser niñerxs del resto y por eso creemos que la solución ha de ser colectiva. No queremos que la solución sea generar nuevas figuras de autoridad en las que no nos queremos convertir.
En referencia a los espacios políticos, es otro asunto que nos gustaría debatir en relación a la fiesta y a la convivencia. Consideramos que es ficticia la división entre lo que queremos que se dé dentro de nuestros espacios y lo que queremos que se dé fuera. Esta misma convivencia de la que hablábamos antes y a la que aspiramos, debe reflejarse dentro de nuestros espacios. Si bien sabemos que hoy en día muchos colectivos y proyectos políticos tienen que acudir para financiarse a montar eventos en espacios políticos, al menos no queremos que se reproduzcan dentro, modelos de ocio propios de discotecas o garitos, es decir, modelos de relaciones viciadas por el alcohol, el consumo, actitudes autoritarias, etc. No nos gustaría que una persona que se acerque a un espacio político, específicamente a un concierto organizado por un colectivo, lo haga desconociendo la finalidad del mismo, considerando a aquel que le sirve la cerveza como un camarero a su servicio o aprovechándose de que nadie le vigila o le vende una entrada oficial para echar 10 céntimos al bote o utilizar el espacio como una gran papelera donde puede tirar su mierda ya que otrxs la recogerán después.
Este es un tema que quizá es mucho más amplio, porque apunta también a los modelos de financiación de los proyectos políticos y al tipo de ocio que queremos generar. Es un tema que se ha tratado muchas veces y quizá ahora, en este debate, intentamos partir de la realidad actual. Realizamos conciertos para financiarnos, hasta que encontremos formas mejores o generemos una solidaridad colectiva que no implique el “ yo te monto un concierto, tu me das la pasta”, y por tanto a día de hoy hasta que esto llegue, intentemos que nuestros eventos estén libres de relaciones autoritarias y currémonos lo máximo posible la convivencia entre nosotrxs y con el resto.
Con esto, hemos apuntado las ideas principales que nos gustaría que se debatieran. Aspiramos a que las soluciones sean colectivas puesto que no tiene ningún sentido de otra manera. Como ya hemos apuntado al principio, esto es una mera introducción pues lo realmente valioso serán lxs opiniones de todxs y las herramientas que entre todxs podamos construir.

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ANOTACIONES DEL DEBATE
VIERNES 31 DE OCTUBRE 2014
CS(r)OA LA QUIMERA19h, debate:
Convivencia, fiesta y espacios políticos en el barrio
A continuación se exponen de forma resumida las distintas intervenciones que tuvieron lugar durante el debate.
Las compañeras de un Centro Social comienzan compartiendo su experiencia como CSO en el que además de otras actividades, muchos colectivos solicitan el espacio para realizar eventos para su financiación (conciertos, comedores, fiestas…). Pese a formar parte de este espacio, lo hacen a título personal pues no acuden al debate como portavoces del colectivo.
Nos hablan de la experiencia de la Comisión de bienvenida, la encargada de recibir a los colectivos que quieren solicitar el espacio para lo anteriormente referido. Comentan que es un proceso complicado desde que viene el colectivo a pedir el espacio hasta que termina el evento. Cuentan que en varias ocasiones lxs compañerxs que utilizan el espacio para este fin se saltan los acuerdos y compromisos previos respecto a horarios, venta con precios… y quizá una de las razones que apuntan es el hecho de que en los eventos la financiación se extraiga de vender alcohol, lo que en ocasiones afecta a las propias personas que montan el evento inhibiéndoles de sus responsabilidades.
Consideran que quizá la clave puede ser buscar otros modos de financiación como pueden ser los comedores o cenadores, que quizá dan menos dinero, pero pueden funcionar.
Se les pregunta si hay vecinxs que se han quejado del espacio, de las posibles molestias que pueden ocasionarles el que se monten eventos. Y nos cuentan que directamente a ellas no les ha llegado ningún feedback negativo, sí muestras de interés por el espacio. Aunque imaginan que habrá vecinxs molestos por las aglomeraciones en la plaza de Cabestreros ya que la policía suele acudir a desalojarla.
Se comenta que esto último tiene que ver también con las características del barrio de Lavapiés. Es un barrio en el que muchas personas acuden los fines de semana a salir de fiesta, lo que puede estar inscrito en un proceso de gentrificación progresivo. Esto no tiene que ver con la Quimera concretamente, pues ya ha sucedido en otras plazas del barrio como Agustín Lara.Aunque quizá si afecta que los espacios y las fiestas que en ellos se organizan traigan a más gente.
Se comenta que objetivamente hay más gente en la plaza desde que está la Quimera y que lxs vecinxs lo comentan y se han quejado.
Se trata el tema de la posibilidad de organizar fiestas sin alcohol, y se apunta que no es la solución puesto que a estos eventos no acude la gente y además el alcohol se acaba comprando fuera.
Se habla de la escasa aportación de la gente que acude a los eventos organizados en centros sociales, que ponen como voluntad unos céntimos o entran sin poner nada.
Respecto a esto se apunta la idea de la necesidad de politizar los espacios. Para ello podría ser efectivo incidir en explicar a todx el que o la que pase en qué se está organizando esa tarde, qué colectivo lo organiza y para qué fin irá el dinero recaudado. No tener miedo a ser pesadxs.
Otra idea sería ser más responsables, que los colectivos que organicen eventos lo sean. Por ejemplo respecto a la puntualidad en sus actividades o a los horarios. Si los horarios se adelantan, y comienzan actividades por la tarde y terminan pronto, el nivel de “discoteca” baja y personas de distintas edades pueden acercarse, generándose un ambiente más sano.
Se apunta que se pueden hacer eventos más agrandables para todxs, incidiendo en la responsabilidad personal y del colectivo organizador. No repetir el modelo capitalista de ocio, aunque esto es un problema mucho más amplio y complicado.
Se reflexiona acerca del cambio de dinámica en los centros sociales y las dificultades para financiarse de los colectivos que organizan eventos. Antes había precios de entrada, por lo que podía prescindirse de vender alcohol y sacar algo de dinero. Por ello, quizá habrá que darle una vuelta a esto.
Se está de acuerdo en que el objetivo es crear los espacios en que todxs nos sintamos comodxs y que para ello deberíamos ser más responsables con la puntualidad, los horarios y con la politización de los eventos.
Respecto a la convivencia en el barrio. Se comenta que todo lo anterior debería repercutir en la misma. Que no podemos hablar de convivencia sin pulir nosotrxs antes lo que hablábamos, pues difícilmente va a llegar el mensaje si nosotrxs mismos con lo que organizamos la dificultamos.
No vamos a acabar solxs con esta forma de ocio pero podemos trasladar la reflexión a compañerxs que en un momento dado estén siendo partícipes de ella, e incidir en la incoherencia de las ideas que lanzamos al barrio y a nosotrxs mismas, con estar a las 2 de la mañana gritando en la plaza y dejándole a lxs vecinxs como última opción llamar a la policía para que se desaloje.
Se plantea que no es autoritario ir contra una conducta autoritaria, ni paternalista decirle a lxs compañerxs que no están haciendo bien las cosas. Hay que tomar un papel activo.
Se comenta respecto a lxs vecinxs, que hay que respetarles pero que estaría bien que el que critique haya mostrado un interés por el espacio y se acerque a ver lo que hay realmente.
Es responsabilidad de todxs cambiar la dinámica. Tanto de lxs que organizan los eventos, politizándolos e incidiendo en la responsabilidad colectiva, como de lx que acuden.

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