Treinta y pico inviernos cavando la tumba del fascismo. Paseo antihistórico por escenarios históricos del Madrid Antifascista. Viernes 18 noviembre


Por docenas se cuentan lxs revolucionarixs caídxs en madrileñas calles de enrojecido
asfalto, entre 1977 y 1980, a manos de fundamentalistas nacional católicos
fuerzanovistas, Guerrilleros de Cristo Rey, centurias del falangista Frente de
Juventudes o parapoliciales grupúsculos armados con la complicidad de aparatos
tardofranquistas como el Batallón Vasco Español.
Desde que en 1978 el anarcosindicato C.N.T comenzará a sacar mesas
propagandísticas las matinales de Rastro en la plaza de Tirso de Molina, antigua plaza
del Progreso, presidida por el decimonónico inmueble que alberga la madrileña sede
histórica cenetista, proliferan hostigamientos y ataques ultras con especial intensidad
cada 20 de noviembre y fechas cercanas. El de 1989 asiste a la autoorganización de
la primera concentración de autodefensa de dominicales tenderetes políticos
instalados en la plaza, que repele un primer ataque basista. Un año después son casi
medio millar lxs antifascistas que integran dicha concentración en defensa de un lugar
común por antonomasia y sin parangón aún del antagonismo madrileño.
Coyunturalmente reapropiado espacio urbano paulatino escenario de interacción,
intercambio, replanteamiento, fomento y propagación de disidencia vecinal.
Ámbitos de coordinación, formas de actuación, estrategias, campañas u objetivos
materializan desde inicios de los noventa del pasado siglo una sinergia que vinculará a
un revolucionario antifascismo la transformación global de la sociedad. La propia lucha
contra el capitalismo. Autoorganizada acción directa que definirá en la capital
dinámicas, producciones, devenir, tácticas y carencias de un reconocible enemigo que
comienza a fines de los rememorados ochenta a nutrirse de un xenófobo
revolucionario nacionalismo vinculado a la conocida como “tercera vía”, al que, tras no
pocas vicisitudes y, en ocasiones, de modo incluso no poco heroico, se ganan buena
parte de los barrios en disputa la última década del pasado milenio, como por el que
pasearemos el próximo 18 de noviembre a las 19 horas, deteniéndonos en cuatro
escenarios principales que repasan casi medio siglo de antifascismo madrileño
homenajeando a caídxs luchando por futuros diferentes del presente. Memoria
afianzadora del compromiso contra el olvido cómplice que hace necesaria una
divulgación teórico práctica alejada de sectarios adoctrinamientos que engrose un
acervo político trasgeneracional fortaleciendo un discurso necesariamente integrador
de sectores a menudo alejados de la militancia en éste sentido. El fascismo no se para
demandando efectivos policiales, acudiendo a las urnas o recogiendo redito político
cuando otrxs han hecho el trabajo sucio, se para día a día, enterándose, formándose,
aportando recursos de toda índole o la cara en la calle. Medidas de choque que han
de combinar lucha vecinal, manis, seguimientos para recabar información sobre
elementos facciosos, actos divulgativos o de apoyo, propaganda masiva, en forma de
carteles, pegatinas, pintadas o murales, y, sobre todo, presencia callejera con una,
más que necesaria, clandestina fuerza de choque entregada al continuado
hostigamiento y sabotaje de eventos, marchas, establecimientos o fuentes de
financiación de organizaciones, partidos o grupos facciosos y racistas. Labores, éstas
últimas, que habrá de desempeñar un bloque hermético a la masa social coordinada,
cuya acción directa hizo tiempo atrás incapié en zonas habituales de reunión
parándoles los pies en parques o institutos, asegurando el control de barrios, gradas o
municipios.